sábado, 14 de junio de 2014



Los cinco sentidos del ser humano



 

Sinestesia.
El diccionario de la Real Academia Española reconoce la palabra cinestesia, pero no los términos equivalentes quinestesia y kinestesia que también se encuentran frecuentemente.
cinestesia (Del fr. cinesthésie, y este del gr. κίνησις, movimiento, y αἴσθησις, sensación).
1. f. Psicol. Percepción del equilibrio y de la posición de las partes del cuerpo.
cenestesia (Del gr. κοινός, común, y αἴσθησις, sensación).
1. f. Psicol. Sensación general de la existencia y del estado del propio cuerpo, independiente de los sentidos externos, y resultante de la síntesis de las sensaciones, simultáneas y sin localizar, de los diferentes órganos y singularmente los abdominales y torácicos.
sinestesia (De sin- y el gr. αἴσθησις, sensación).
1. f. Biol. Sensación secundaria o asociada que se produce en una parte del cuerpo a consecuencia de un estímulo aplicado en otra parte de él.
2. f. Psicol. Imagen o sensación subjetiva, propia de un sentido, determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente.

Más allá de nuestros cinco sentidos.
Además de la vista, olfato, gusto, tacto, y audición, los seres humanos también tienen un sentido de equilibrio, de la presión, de la temperatura, del dolor, y del movimiento que hacen uso coordinado de múltiples órganos sensoriales. El sentido de equilibrio se mantiene por una interacción compleja de la vista, de los sensores propioceptivos (que son afectados por la gravedad y estiran los sensores en los músculos, la piel, y las articulaciones), del sistema vestibular del oído interno, y del sistema nervioso central. Cualquier trastorno en el sistema de equilibrio o de su integración con el cerebro puede causar la sensación de vértigo o inestabilidad.
La cinestesia es la habilidad de sentir las posiciones y los movimientos de los músculos y articulaciones de nuestro cuerpo. Esta habilidad nos permite coordinar nuestros movimientos para caminar, hablar, y usar nuestras manos. El sentido de cinestesia hace posible tocarse la punta de la nariz con los ojos cerrados o saber qué parte del cuerpo debemos rascar cuando tenemos comezón.
Algunas personas sufren una condición llamada sinestesia que ocurre cuando el estimulo de un sentido evoca la sensación de otro sentido. Por ejemplo, un sonido puede resultar en la visualización de un color, o la percepción de un diseño se puede detectar como un olor. La sinestesia es hereditaria y se estima que una persona por millar tiene esta condición. Las formas mas comunes de sinestesia asocian los números o las letras con los colores.
Notas sobre la terminología.






El sentido del tacto es aquel que permite a los organismos percibir cualidades de los objetos y medios como la presióntemperatura, aspereza o suavidad, dureza, etc. En el ser humano se considera uno de los cinco sentidos actuales. El sentido del tacto se halla principalmente en la piel, órgano en el que se encuentran diferentes clases dereceptores nerviosos que se encargan de transformar los distintos tipos de estímulos del exterior en información susceptible para ser interpretada por el cerebro. La piel se divide en tres capas: epidermis, que es la capa superficial, la dermis y la hipodermis que es la capa más profunda. La epidermis está constituida por tejido epitelial y en su estrato basal o germinativo encontramos la denominada melanina, que es el pigmento que da color a la piel, y la dermis por tejido conjuntivo. En esta capa encontramos los anejos cutáneos que son las glándulas sebáceas, las glándulas sudoríparas, el pelo y las uñas y la hipodermis formada por tejido conjuntivo adiposo. Debemos tener en cuenta que aunque principalmente el sentido del tacto se encuentra en la piel, también lo encontramos en las terminaciones nerviosas internas del organismo, pudiendo percibir los altos cambios de temperatura o el dolor. Por lo que es el más importante de los cinco sentidos permitiéndonos percibir los riesgos para nuestra salud tanto internos como externos. La parte que gobierna el tacto en el cerebro es el lóbulo parietal.

Contacto.
«Cuando nos describimos como seres sensibles, lo que queremos decir es que somos conscientes. El significado más literal y amplio es que tenemos percepción sensorial.» Los plieges tactilares sirven para detectar el calor frío dolor o cualquier otro sentimiento.
«Para entender, tenemos que usar la cabeza, es decir, la mente. En general, se piensa en la mente como algo localizado en la cabeza, pero los hallazgos en psicología sugieren que la mente no reside necesariamente en el cerebro sino que viaja por todo el cuerpo en caravanas de hormonas y enzimas, ocupada en dar sentido a esas complejas maravillas que catalogamos como tactogustoolfatooído y visión








SENTIDO DEL GUSTO

El sentido del gusto se encuentra en la lengua. La lengua es un órgano musculoso ubicado dentro de la boca o cavidad oral. La sensación que un alimento produce en el sentido del gusto se llama sabor.
Los alimentos pueden ser dulces o salados, ácidos o amargos. Detectar esos sabores es la función de las papilas gustativas en la boca; su importancia depende de que permita seleccionar los alimentos y bebidas según los deseos de la persona y también según las necesidades nutritivas.
El gusto actúa por contacto de sustancias químicas solubles con la lengua. El ser humano es capaz de percibir un abanico amplio de sabores como respuesta a la combinación de varios estímulos, entre ellos textura, temperatura, olor y gusto.
El sentido del gusto depende de la estimulación de los llamados "botones gustativos", las cuales se sitúan preferentemente en la lengua, aunque algunas se encuentran en el paladar; su sensibilidad es variable. La lengua presenta unas estructuras, denominadas papilas, que le confieren su aspecto rugoso. En ellas se encuentran los botones gustativos, donde se asientan los quimiorreceptores juntos con las células epiteliales que les sirven de sostén.
  • Según su forma se conocen tres tipos de papilas.
1. Papilas fungiformes: tienen forma de hongo y se encuentran distribuidas en la parte anterior del dorso y bordes laterales de la lengua. Son sensibles a los sabores dulces, ácidos y salados
2. Papilas caliciformes o lenticulares: tienen forma de cáliz o copa y se distribuyen cerca de la base de la lengua formando una V; captan los sabores amargos.
3. Papilas filiformes o cónicas: tienen forma de filamento y se encuentran en la punta y bordes laterales de la lengua. A diferencia de las papilas fungiformes y caliciformes no tienen función gustativa, solamente son receptores táctiles y captan la temperatura.





Fisiología del gusto

Para recibir un sabor se requiere estimular las células receptoras del gusto o corpúsculos gustativos. Los corpúsculos gustativos son los receptores del sabor y están ubicados alrededor de las papilas gustativas. Una vez estimulado el corpúsculo gustativo se inicia el impulso nervioso que es conducido por las terminaciones sensitivas hasta los nervios facial, vago y glosofaríngeo; y a través de ellos va a la médula espinal, el tálamo y de allí al cerebro, donde en el lóbulo parietal de la corteza, se emite como respuesta la sensación gustativa.
Para estimular el corpúsculo gustativo la sustancia a saborear debe ser soluble en la saliva y su temperatura debe ser entre 20 y 30 ºC, para crear un estímulo gustativo, ya que a temperaturas más elevadas solo se registra como sensación térmica.
Para la captación del sabor es necesario que el sentido del olfato este sano, ya que los alimentos desprenden gases que estimulan a la pituitaria, desencadenando una sensación olfativa que refuerza a la sensación gustativa. Al probar un alimento, si tenemos tapada la nariz, observaremos que disminuye la intensidad de su sabor.
Es una idea errónea común el que se crea que diferentes secciones de la lengua se especializan en los diferentes gustos; Sin embargo, todas las sensaciones gustativas provienen de todas las regiones de la lengua. Artículo principal: El mito del mapa de gustos (Wikipedia en inglés)
La lengua, además de su función gustativa interviene en los procesos de:
c) Articulación de las palabras


En los animales de vida aérea y muy especialmente en los mamíferos, el aparato auditivo se complica a medida que se perfecciona. Este perfeccionamiento resulta necesario por la escasa conductibilidad del aire para las ondas sonoras y por la dificultas que encuentran éstas al pasar de un medio gaseoso a un medio líquido. La bolsa primitiva persiste con su elevado papel de aparato receptor de sonidos; sin embargo, se transforma en vesículas múltiples y de estructura sumamente compleja, las cuales, con el nombre de laberinto u oído interno, se hallan situadas profundamente en el espesor el peñasco. A esta pared esencial se une, como componente accesorio, un conducto prolongado, el cual, abierto al exterior por su extremidad externa, más o menos ensanchada, está destinado a recoger las ondas sonoras y conducirlas hasta el oído interno. Dicho conducto tiene el carácter de un aparato de transmisión. 
  1. Oído externo.
  1. Oído medio.
  1. Oído interno.







Un diafragma membranosos, el tímpano, lo divide en dos partes notablemente desiguales: una porción externa, mucho más grande, en comunicación directa con el ambiente: el oído externo; una porción muy estrecha y directamente aplicada contra el laberinto: el oído medio o caja del tímpano. Dentro de ésta caja, llena de aire al igual que el conducto auditivo externo, se hallan ciertos huesesillos, dispuestos regularmente uno a continuación de otro en forma de cadena ininterrumpida, en la cual uno de sus extremos, el externo, está íntimamente ligado a la membrana del tímpano, hallándose el extremo opuesto en relación inmediata con el líquido laberíntico.
El aparato auditivo del hombre puede considerarse en tres segmentos:








El sentido del oído está encargo de hacernos percibir los sonidos y el aparato anatómico destinado a percibirlos, en conjunto, se denomina órgano del oído, y se encuentra ubicado en el peñasco del hueso temporal en el cráneo.

El órgano del oído presenta en la serie animal variaciones profundas, que en este caso, como ocurre en los demás órganos, son la consecuencia de la adaptación a los medios exteriores. En gran número de invertebrados acuáticos (moluscos), así como en algunos peces inferiores, este órgano es muy simple: se compone esencialmente de una bolsa membranosa (otocisto) llena de líquido, en el interior de la cual los filetes terminales del nervio auditivo vienen a ponerse en relación con un sistema de células epiteliales provistas de pestañas vibrátiles. Semejante simplicidad morfológica está en relación con el escaso desarrollo que presenta en estos animales el sentido del oído y resulta sumamente fácil que las ondas sonoras se transmitan del líquido ambiental al líquido de la bolsa auditiva, por tener ambos medios casi igual densidad.



En los animales de vida aérea y muy especialmente en los mamíferos, el aparato auditivo se complica a medida que se perfecciona. Este perfeccionamiento resulta necesario por la escasa conductibilidad del aire para las ondas sonoras y por la dificultas que encuentran éstas al pasar de un medio gaseoso a un medio líquido. La bolsa primitiva persiste con su elevado papel de aparato receptor de sonidos; sin embargo, se transforma en vesículas múltiples y de estructura sumamente compleja, las cuales, con el nombre de laberinto u oído interno, se hallan situadas profundamente en el espesor el peñasco. A esta pared esencial se une, como componente accesorio, un conducto prolongado, el cual, abierto al exterior por su extremidad externa, más o menos ensanchada, está destinado a recoger las ondas sonoras y conducirlas hasta el oído interno. Dicho conducto tiene el carácter de un aparato de transmisión. Un diafragma membranosos, el tímpano, lo divide en dos partes notablemente desiguales: una porción externa, mucho más grande, en comunicación directa con el ambiente: el oído externo; una porción muy estrecha y directamente aplicada contra el laberinto: el oído medio o caja del tímpano. Dentro de ésta caja, llena de aire al igual que el conducto auditivo externo, se hallan ciertos huesecillos, dispuestos regularmente uno a continuación de otro en forma de cadena ininterrumpida, en la cual uno de sus extremos, el externo, está íntimamente ligado a la membrana del tímpano, hallándose el extremo opuesto en relación inmediata con el líquido laberíntico.
El aparato auditivo del hombre puede considerarse en tres segmentos:

  1. Oído externo.
  1. Oído medio.
  1. Oído interno.

















El olfato es el sentido encargado de detectar y procesar los olores. Es un quimiorreceptor en el que actúan como estimulante las partículas aromáticas u odoríferas desprendidas de los cuerpos volátiles, que ingresan por el epitelio olfatorio ubicado en la nariz, y son procesadas por el sistema olfativo.
La nariz humana distingue entre más de 10.000 aromas diferentes.
Las sustancias odorantes son compuestos químicos volátiles transportados por el aire. Los objetos olorosos liberan a la atmósfera moléculas que percibimos al inspirar. Estas moléculas alcanzan la mucosa olfativa, que consta de tres tipos característicos de células: las células olfativas sensoriales, las células de sostén y las células basales, que se dividen aproximadamente una vez al mes y reemplazan a las células olfativas moribundas. Los 20 o 30 millones de células olfativas humanas contienen, en su extremo anterior, una pequeña cabeza con cerca de 20 pequeños filamentos sensoriales (cilios). El moco nasal acuoso transporta las moléculas aromáticas a los cilios con ayuda de proteínas fijadoras; los cilios transforman las señales químicas de los distintos aromas en respuestas eléctricas.



Anatomía

Su esqueleto es principalmente cartilaginoso. El dorso de la nariz se extiende desde la raíz de la nariz hasta el vértice de la misma. La superficie inferior de la nariz está atravesada por dos aberturas, las nasales (orificios nasales). La piel sobre la parte cartilaginosa de la nariz es más gruesa y contiene numerosas glándulas sebácea.
El esqueleto de soporte de la nariz se compone de hueso y cartílago hialino. La porción ósea de la nariz consiste en los huesos nasales, las apófisis frontales de los maxilares, la porción nasal del hueso frontal y su espina nasal, y las porciones óseas del tabique nasal. La porción cartilaginosa de la nariz está compuesta por cinco cartílagos principales: dos laterales, dos alares y un cartílago del tabique nasal.
Los cartílagos alares, en forma de U, son libres y móviles; dilatan o  contraen los músculos que actúan sobre la nariz.
El tabique nasal divide la nariz en dos cavidades nasales. Posee una parte ósea y una cartilaginosa, blanda y móvil.
  • Lámina perpendicular del hueso etmoides: Constituye la parte superior del tabique nasal, desciende desde la lámina cribosa y se continúa, superiormente a esta lámina, 
  • Vómer: Hueso delgado y plano, forma la porción posterior, inferior del tabique nasal, con una cierta contribución de las crestas nasales de los huesos maxilar y palatino.
El término cavidad nasal se refiere a su totalidad o a sus mitades derecha o izquierda.
  • Área respiratoria: Se calienta y humedece antes de pasar a través del resto de la vía respiratoria superior hacia los pulmones.
  • Área olfatoria: Contiene el órgano periférico del olfato; la acción de olfatear transporta el aire a esa zona.
Inervación: Los nervios olfatorios, encargados de la olfatear, se originan en las células del epitelio olfatorio.



Se llama visión ojo. También se entiende por visión toda acción de ver. La visión o sentido de la vista es una de las principales capacidades sensoriales del hombre y de muchos animales. Existen diferentes tipos de métodos para el aparato de la visión. El sentido de la vista o visión está asegurado por un órgano receptor, el ojo; una membrana, la retina, estos reciben las impresiones luminosas y las transmite al cerebro por las vías ópticas. El ojo es un órgano par situado en la cavidad orbitaria. Está protegido por los parpados y por la secreción de la glándula lagrimal. Es movilizado por un grupo de músculos extrínsecos comandados por los nervios motores del ojo.
El ojo es, pues, el observatorio avanzado del cerebro que comprende el bulbo del ojo y el nervio óptico.

Los ojos son sensibles a ondas de radiación electromagnética de longitudes específicas. Estas ondas se registran como la sensación de la luz. Cuando la luz penetra en el ojo, pasa a través de la córnea, la pupila y el cristalino, y llega por último a la retina, donde la energía electromagnética de la luz se convierte en impulsos nerviosos que pueden ser utilizados por el cerebro. Los impulsos abandonan el ojo a través del nervio óptico. La región mas sensible del ojo en la visión normal diurna es una pequeña depresión de la retina llamada fóvea en el cual se enfoca la luz que viene del centro del campo visual por campo visual entendemos aquello a lo que mira el sujeto. Puesto que la lente simple convexa invierte la imagen, el campo visual derecho es representado ala izquierda de la retina y el campo inferior representado en lo alto de la retina.
El ojo es un sistema óptico muy imperfecto. Las ondas de luz no solo tienen que pasar a través de los humores y el cristalino, después penetrar la red de los vasos sanguíneos y fibras nerviosas antes de que lleguen las células sensibles los bastones y los conos de la retina donde la luz se convierte en impulsos nerviosos. A pesar de estas imperfecciones el ojo funciona muy bien. La fóvea es capaz de percibir un cable telefónico a 400 m de distancia. En buenas condiciones el ojo puede percibir un alambre cuyo grosor no cubre más de 0,5 mm.
El ojo es la puerta de entrada por la que ingresan los estímulos luminosos que se transforman en impulsos eléctricos gracias a unas células especializadas de la retina que son los conos y los bastones.
Corte del cerebro humano en el que puede apreciarse la corteza visual cuya lesión ocasiona ceguera cortical.